La oferta de restauración de Ronda es de gran tamaño y podemos encontrar desde bares tradicionales como Lechuguita hasta el biestrellado Bardal, elegido recientemente por la guía Macarfi como el mejor de Andalucía y que luce dos brillos Michelin y dos soles Repsol. Pero en mitad de ellos existe una amplia oferta en la que comer bien y Casa Lourdes es uno de ellos.
Situado fuera del circuito turístico que concentra la oferta en el centro y el casco antiguo, a este restaurante se puede llegar en poco menos de cinco minutos andando desde el inicio de la popular Carrera Espinel. Eso sí, aunque tiene algunas mesas altas en su entra más informales, si queremos sentarnos con mesa y mantel es recomendable reservar. Una práctica que se extiende ya a casi todo los locales rondeños debido a la alta afluencia, de lo contrario, es posible que no encontremos sitio disponible.
En su carta se puede encontrar una amplia oferta de platos que se complementan con los denominados fuera de carta al no ser fijos en la misma y estar sujetos a la disponibilidad en el mercado. En nuestro caso, optamos principalmente por elaboraciones de la carta salvo una jibia frita que resultó ser un acierto. Y es que los pescados frescos son uno de sus fuertes.
En nuestro caso, para un grupo de siete personas, optamos por pedir cogollos de lechuga con ventresca, paté de pato con reducción de PX, zamburiñas y pata de pulpo.
En cuanto a los platos principales, chuletón de vaca frisona y lomo bajo de Angus, ambos a la parrilla y servidos en el punto pedido. Como acompañamiento arroz con verduras, patatas y pimientos fritos.
Las carnes están expuestas en su correspondiente cámara de maduración, mientras que los pescados pueden verse en la vitrina junto a la barra de entrada, lo que permite ver el producto de primera mano antes de pedirlo.
Apuesta por los vinos rondeños
El restaurante cuenta con una carta de vinos bastante amplia en la que no faltan una considerable presencia de vinos de Ronda. En este caso también disponen de dos cavas separadas para conservar por un lado blancos y espumosos y, por otro, los tintos.
En este caso nos decantamos por abrir boca con un Apego tinto antes de sentarnos en la mesa para acompañar a varias tapas de entrada. Tras ello optamos por Altocielo, una de las referencias de la bodega Lunares de la que tuvimos la oportunidad de probar dos añadas: 2017 y 20218.