Terminó el año 2024 en lo gastronómico y 2025 comenzó con una nueva estrella Michelin en la Serranía para el Mesón Sabor Andaluz de Pedro Aguilera. Un reconocimiento que se suma a las dos estrellas que sigue conservado un año más el restaurante Bardal de Benito Gómez.
A pocas horas de despedir el año visitamos el local de Pedro Aguilera para disfrutar del último pase con su menú Fanega, el más largo de los dos que ofrece en estos momentos y al que se pueden añadir platos tradicionales del restaurante cuando sus padres estaban al frente del negocio en este mismo local como el rabo de toro o los callos. En nuestro caso optamos por no añadir ninguno de centrarnos en las verduras, auténticas protagonistas del menú degustación y que son en gran parte las responsables del éxito de Aguilera gracias su habilidad para tratarlas.
Aquí se hace verdad aquello de la cocina de proximidad y se funden las dos provincias de componen la Serranía de Ronda, Cádiz y Málaga, en una misma propuesta que se presenta al comensal. Y es que de estas provincias y Sevilla provienen sus proveedores.
La principal huerta del restaurante es Extiercol, prácticamente se podría decir que es su huerta particular que le suministra casi un 80% del producto que transforma Aguilera en su cocina. Situada en Cuevas del Becerro, esta huerta ecológica pone todo su saber y mimo para que el producto cultivado esté al nivel de lo exigido por una cocina de estrella Michelin. De allí proceden las acelgas que se han convertido en uno de los platos más elogiados de este restaurante, aunque, personalmente, nos han gustado otros más.
Mientras tanto, esa berenjena blanca frita y esparragá, yema de huevo y ajo encurtido sigue dando coletazos en el recuerdo del sabor, al igual que las quisquillas de la caleta de Vélez o la coliflor rustida a la manteca negra de chivo lechal malagueño. Al igual que tampoco lo es hacer un postre de remolacha, otra propuesta extrema con un producto que no a todos gusta y que pocos imaginan en un postre. Sin olvidarnos de la compota de membrillo que nos hizo viajar a aquellos sabores de infancia con una preparación muy habitual en los cortijos de la Serranía para aprovechar la producción de membrillos.
También siguen quedando recuerdos de la lechuga asada; brócoli, salmonete soasado y almendra tierna; colinabo asado y consomé de conejo con especias de caracoles o el puchero de coles de bruselas asadas, yema de huevo y yerbabuena.