Su tinto con menos de seis meses de barrica acaba de ganar el premio a mejor vino de Málaga en esta categoría en el concurso organizado por la Diputación Provincial. Es el fruto del trabajo que realizan en la bodega rondeña Lunares que también tiene en el mercado un blanco, rosado y dos tintos de alta gama como son Altocielo y Super Luna.
Es la base de su trabajo, aunque la inquietud de sus responsables hace que durante el día a día no dejen de trabajar en otros proyectos para elaborar vinos ‘secretos’ que componen esa parte de la bodega en la que se deja volar la imaginación. “Además de gustarte hacer vino te tienes que divertir, aquí nos divertimos haciendo estas cosas”, explica Pedro Morales mientras observa la última saca de su orange wine a base de uva perruna. Un vino que macera con sus pieles, tiene crianza bajo velo de flor y también oxidativa una vez que pierde su velo, algo que le confiere ese color tan característico.“Es un vino tradicional andaluz pero no tan punzante como pueden ser los de Jerez o las manzanillas de Sanlúcar, es algo único, una rareza”, explica Morales.
Un proyecto que surgió allá por el año 2011 mientras conversaban con el enólogo de la bodega, Vicente Inat, sobre vinos tradicionales andaluces. Tras aquellas conservación se pusieron a trabajar en ello. “Luego Vicente también comenzó a hacer en Descalzos otro proyecto similar, que es básicamente lo mismo que nosotros hacemos”, señala Morales. Y es que la comarca tiene como característica el generar ese velo de flor fino que se pierde durante determinadas épocas del año.
Este vino tan especial no se encuentra a la venta directa y se tienen que cursar peticiones directamente a la bodega, ya que su corta producción de tan solo unas 220 botellas hace que se tenga que hacer una venta controlada para poder atender al mayor número de clientes que busquen algo muy diferente. “Es algo ultranatural, no se le echa absolutamente nada”, remarca Morales.
Además de esta edición limitada con esta misma variedad de uva llevan tres años elaborando espumoso, aunque todavía no saben cuándo podría salir al mercado. “No vamos a sacar algo por sacarlo, lo haremos cuando realmente esté bueno”, apunta Morales. Y es que durante este tiempo están realizando pruebas para encontrar en punto exacto que quieren darle a este vino. “Nunca habíamos hecho espumoso y es normal hacer pruebas, es nuestro tercer año y todavía no sabemos cuándo podría salir al mercado, puede ser al cuarto o al quinto”, explica Morales.
Además, en su bodega también existe una barrica que contiene un tinto naturalmente dulce, aunque en este caso no se vendió nunca y hasta ahora se quedó para consumo interno. “Aquellos que lo prueban nos dicen que tenemos que embotellarlo y venderlo, pero hasta el momento es el vino de mi madre, para ella son las únicas botellas que salen de la bodega”, dice entre risas.
Un vino que tuvo su origen en la obsesión de dos de sus empleados por no tirar uva y que hace que aquella que se descarta en la mesa de selección ellos la utilicen para elaborar sus propios vinos. “Por circunstancias de la naturaleza una de aquellas barricas a base de graciano resultó que tenía un vino muy interesante y decidimos recuperarla, ahora, tras hacer algunas sacas, ya no es tan dulce y tenemos un tinto naturalmente dulce muy interesante”, señala Morales.
Unos vinos ‘secretos’ que conviven con aquella producción que sí se comercializa Lunares y que alcanza una producción media de entre 45.000 y 49.000 botellas en añadas normales. Unas cifras que la sequía de los últimos años rebajó y que alcanzó el pasado año su peor cifra con tan solo 27.000 botellas. Este año las previsiones han mejorado notablemente y esperan producir unas 38.000 botellas.
En su catálogo se encuentran un blanco, un rosado y tres tintos: Lunares, Altocielo y Super Luna. Este último, del que solo se producen 1.100 botellas, solo se elabora los años que la uva graciano de la que está compuesto presenta una calidad excepcional. “La añada actual que se encuentra en el mercado es de hace siete años”, apunta Morales.