La bodega Cortijo Los Aguilares fue fundada hace casi dos décadas por la familia Itarte en una finca de encinar de casi 800 hectáreas de las que 25 de ellas se dedican cultivo del viñedo en un paraje de gran belleza natural junto a la Sierra de la Nieves y con las sierras de Líbar y Grazalema como fondo.
En este entorno también se encuentra su bodega que ocupa una zona contigua al antiguo cortijo de la finca que también fue rehabilitado y que en la actualidad alberga la zona de catas y las oficinas, además de una zona de eventos.
Breñal, su primer blanco, es su vino más reciente, aunque en la actualidad cuente en el mercado con una amplia gama de vinos tintos que le han hecho ganarse un hueco en este competitivo mundo gracias a su calidad. Algunos de ellos, como su Pinot Noir, con importantes reconocimientos internacionales que le acreditan como uno de los mejores del mundo. Junto a ellos Tadeo, Tadeo Tinaja, Garnacha, Graciano, Pago del Espino y su joven completan la gama. También elaboran un vino rosado.
Un reconocimiento entre los clientes que hizo que muchos de ellos quieran conocer dónde se hacen esos vinos tan especiales, por lo que el departamento de enoturismo está experimentando un importante crecimiento en los últimos años. A ello se añade el interés por conocer los vinos locales de los miles de visitantes que llegan cada día a Ronda.
Equipo de enoturismo
Por ello desde la propia bodega se cuenta con su propio equipo especializado que en la actualidad cuenta con cuatro personas en plantilla dedicadas en exclusiva a personalizar las visitas de todos aquellos que quieren conocer la bodega y a crear diferentes experiencias. Un personal que cuenta con formación específica para realizar este trabajo al cursar el Wine And Spirit Educatión (WSET).
“Intentamos que la experiencia con nosotros sea lo más personalizada posible, por ello no mezclamos grupos y nos adaptamos a las peticiones de nuestros clientes en la medida de nuestras posibilidades”, explica Bibi García, directora técnica de la misma.
Además, también han creado una importante variedad de opciones para que los clientes puedan elegir en un rango de precios que oscila entre los 25 y los 80 euros por persona.
Unas experiencias que parten desde la visita básica que incluye la visita al viñedo para explicar la forma de trabajo en el campo, recorrido por la bodega para conocer la forma de elaboración y la cata de tres vinos, siendo uno de ellos de su gama alta. En todas ellas se acompaña con una selección de productos, chacinas o quesos locales en función de la opción elegida. A partir de aquí las opciones se multiplican con ofertas que incluyen hasta la posibilidad de comer en mitad del viñedo con tu propio picnic mientras se disfruta de los vinos que se han seleccionado tras cata como preferidos. Incluso suministran una manta de Grazalema para mitigar el frescor del campo si ese día las temperaturas son algo más bajas.
A ello suman otras posibilidades como realizar un recorrido por la finca para conocer diferentes viñedos y el encinar o realizar observaciones astronómicas durante el verano mientras se disfrutan de los vinos de la bodega y aperitivos dulces y salados para acompañarlos. Una actividad que este pasado verano contó con un notable éxito tras su implantación.
Visitas en siete idiomas
Dentro de los esfuerzos de la bodega por personalizar y adaptar la experiencia a los visitantes también se encuentra la amplia gama de idiomas en los que se ofrece y que en la actualidad son siete: Español, francés, inglés, italiano, alemán, euskera y catalán.
“En todo momento tratamos de que tengan la sensación de que no hay prisa por realizar la actividad, que se sientan completamente tranquilos”, explican desde el equipo de enoturismo. Algo a lo que también aseguran que ayuda la confortabilidad de la sala de catas de la bodega.
Además, también se adaptan las visitas en función del nivel de cada uno de los grupos para así lograr una experiencia más satisfactoria en la que te puedan implicar al 100%. A ello suman la política de no unir diferentes grupos en una misma visita. “No queremos hacer visitas masificadas”, explican.
En cuanto a sus principales clientes, americanos, canadienses, suecos, noruegos y holandeses representan un gran porcentajes, además de la variedad que genera la propia ciudad del Tajo como un destino turístico de relevancia en Andalucía.