Centro Ícara y la bodega Huerto de la Condesa crean un pan de vino

Controlar los procesos de fermentación de la masa ha sido uno de los mayores retos

Integrantes del Centro Ícara y de la bodega Huerto de la Condesa.

Controlar los procesos de fermentación de la masa ha sido uno de los mayores retos

Integrantes del Centro Ícara y de la bodega Huerto de la Condesa.

Ronda ya tiene su primer pan de vino. Un producto que es fruto de la colaboración entre la bodega Huerto de la Condesa y el Centro Ícara de la Fundación Asprodisis. En concreto, un pan que sabe y huele a Los Cipreses, uno de los vinos de esta bodega que sigue buscando colaborar con cualquier iniciativa que surge.

Salvador y Agustín, jefe de panadería de Ícara y enólogo de Huerto de la Condesa, respectivamente, hace tiempo que hablaron de la posibilidad de crear este proyecto, aunque el primero de los intentos utilizando el hollejo que se produce tras la vendimia no terminó de convencer. «Creo que no tenía ni el sabor ni el aroma necesario», apunta Salvador Orozco, tras lo que apostó por hacerlo mediante la utilización directa del vino.

Eso sí, el proceso no ha sido fácil hasta lograr la cantidad exacta de vino necesaria para encontrar un equilibrio en el producto final. Además, también resultó complicado encontrar el proceso adecuado para el control de las fermentaciones necesarias para elaborar el pan y que el resultado final fuese el adecuado.

Por otra parte, la elección del vino tampoco fue al azar. «Creo que el joven podría dar demasiados aromas a frutas y nuestro gama superior podría aportar demasiado color, por lo que pensé que el equilibrio estaba en nuestro vino más clásico», señaló Millán.

Vino reconocible

Ahora se muestra satisfecho con el resultado, ya que «se puede reconocer nuestro vino en el pan», apunta Millán.

Conseguida la fórmula adecuada a partir de este momento se podrá realizar una producción comercial en caso de que así sea solicitado. «A partir de ahora podemos producirlo sin problema», señala Salvador.

Lo que sigue sin quedar claro es de quién surgió la idea. Entre risas se culpan uno al otro mientras reconocen que «nos liamos con nada«.

Además, se combinó la inquietud en Ícara por desarrollar y probar nuevas elaboraciones con la voluntad de la bodega por innovar dentro del mundo del vino

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