Aguirrebeña no es un apellido que suene a Serranía de Ronda, aunque ya forma parte de su historia en el mundo de la alimentación. Más concretamente, en la producción de aceite de oliva procedente de parcelas de olivar viejo situado en El Burgo y con la variedad zorzaleña como principal protagonista.
Tras este proyecto se encuentra Víctor Aguirrebeña, un emprendedor cuya familia se dedica a la elaboración de vinos en el municipio riojano de Haro y que ahora busca trasladar todo lo aprendido en este mundo a la producción de aceites. Unas elaboraciones de Aove en las que se identifique el terruño y la singularidad de la zona en la que se encuentran, en este caso, los olivares.
Viviendo a medio camino entre Málaga y La Rioja, el Covid le obligó a hacer una parada importante en su frenético ritmo de vida para recuperarse tras verse muy afectado por el virus. En aquel periodo un amigo personal de Alcalá del Valle le descubrió la Serranía y, en particular, la localidad de El Burgo. Fue entonces cuando se decidió a poner en marcha aquel proyecto de producción de aceites singulares que llevaba tiempo rondando su cabeza.
Aunque tienen algún acuerdo con productores locales, optaron por comprar sus propias parcelas con olivos que tienen un media de entre 80 y 100 años. «En La Rioja ahora nos tiramos de los pelos pensando que se arrancaron las viñas más viejas», señala Víctor para justificar su apuesta por estos ejemplares mayores que consideran que dan un fruto que hace que sus aceites sean diferentes al resto. «No pensamos como agricultores, somos conscientes de que son parcelas no muy productivas», apunta.
Además, han apostado por un tipo de aceite, quizás, más amable en boca y fuera de la tendencia actual. «Nuestro aceite no amarga, no pica, es muy dulce», apunta Aguirrebeña, que considera que de este modo también logran poner en el mercado un producto diferenciador. «Es muy singular y especial», afirma, al tiempo que explica que buscaban conseguir un aceite gastronómico que se saliese de lo normal.
De momento cuenta con una producción limitada de unos 20.000 litros de Aove que elaboran con aceitunas cultivadas de forma tradicional y molturadas en el municipio, aunque su objetivo a medio plazo es poder alcanzar los 50.000 litros. «Aquí lo importante es poner en valor la comarca y El Burgo», señala Aguirrebeña, al tiempo que se muestra muy satisfecho con la acogida que está teniendo el proyecto.
Un vino blanco, próximo proyecto
Entre los proyectos de futuro, además de ampliar las hectáreas de olivar disponibles, también han adquirido una parcela de viñas situadas en la localidad de Yunquera de la variedad Palomino y una antigüedad de unos 25 años.
Un viñedo con el que pretenden sacar al mercado un vino blanco que ya tiene hasta nombre ‘Doce Balas de Cañón‘ en recuerdo a la figura del Comandante Benítez.
