Vicente Inat, enólogo: «Tenemos que hacer más marca Ronda en el exterior»

Hace 20 años que llegó a la Serranía y desde entonces es el responsable técnico de las bodegas Descalzos Viejos y Lunares. Además, desde hace unos años tiene su pequeño proyecto personal en la Axarquía malagueña

Vicente Inat posando en la sala de barricas de la bodega Lunares

Hace 20 años que llegó a la Serranía y desde entonces es el responsable técnico de las bodegas Descalzos Viejos y Lunares. Además, desde hace unos años tiene su pequeño proyecto personal en la Axarquía malagueña

Vicente Inat posando en la sala de barricas de la bodega Lunares

Vicente Inat, valenciano de nacimiento, es uno de los primeros enólogos que llegó a la Serranía de Ronda y desde entonces se mantiene vinculado a los proyectos de las bodegas Descalzos Viejos y Lunares. Es la cara tras los vinos de estas dos referencias de la comarca que cuentan ya con una larga trayectoria y que están asentadas en el mercado. Además, también cuenta con su pequeño proyecto personal en la Axarquía, Viñedos Verticales, una idea que estuvo buscando desarrollar en otras zonas de España y que terminó encajando en la comarca del litoral malagueño. «No creía ético poner en marcha un proyecto propio en una zona en la que trabajo para las bodegas que me dieron su confianza», señala Inat.

Antes de llegar a la Serranía estudió ingeniero agrónomo en Valencia y posteriormente hizo enología.  Durante un tiempo estuvo vinculado a la producción de plátanos, aunque al poco tiempo su jefa se percató de que aquello no era su pasión y le ofreció la posibilidad de ir a una bodega en Bollullos Par del Condado. Posteriormente recaló en Huerta de Albalá, en Arcos de la Frontera. Ambas bodegas con una producción muy importante. «Allí aprendí mucho, no todo son pequeñas parcelas de las que sacas 40 botellas», dice. En tierras onubenses y no en Ronda, como muchos creen, también conoció a la que hoy es su pareja, Ana de Castro, una enóloga que está al frente del proyecto de la también bodega rondeña  La Melonera.

Tras ello terminó aterrizando en la ciudad del Tajo cuando le comentaron que era una zona emergente en Andalucía, aunque no conocía nada de ella. Incluso llegó a ir al Ayuntamiento intentado encontrar la ubicación de aquellos prometedores proyectos de bodegas en los que veía que podían existir una oportunidad para ayudar en su mejora. Finalmente terminó encontrando al entonces presidente de la asociación de viticultores, Francisco Retamero, en la plaza Duquesa de Parcent a las puertas del propio Ayuntamiento. «Me dijo que ellos estaban buscando enólogo y me entrevistó allí mismo en el jardín, tengo un amigo que venía conmigo que todavía me recuerda que fue la entrevista de trabajo más romántica que vio», dice Inat. Así llegó a Descalzos Viejos a finales del año 2005 y los pocos meses se incorporó a Lunares ya en 2006 que por aquel entonces estaba realizando su primera plantación.

Ventajas y mejoras en la Serranía

Sincero hasta el extremo, reconoce aciertos y errores en el crecimiento que tuvo la comarca como zona productora. «Quizás al principio quisimos correr demasiado«, señala, al tiempo que cree necesaria una mayor unión dentro del sector y unificar más la  identidad de los vinos que se producen sin olvidar las particularidades de cada una de las bodegas. «Tenemos que hacer marca fuera», afirma.

También recuerda que en aquellos momentos prácticamente nadie creía en ellos en la propia ciudad. «Recuerdo aquella frase que decía que éramos cuatro que se aburrían y querían hacer vino» señala Inat. Ahora, tras canalizarse toda aquella corriente asegura que «los rondeños defienden sus vinos a muerte, pero cuando empecé no era así». Todavía las complicada asegura que fue la conquista de la Costa del Sol en la que «pensaban que todos los vinos de Ronda eran caros y malos, algo que creo que era fruto del desconocimiento de la zona y también de que tiene que pasar un tiempo para ganarse el respeto».

Inat también tiene claro que pese a tener en la Costa del Sol y en le propia capital uno de los grandes consumidores de vinos de España, las bodegas de la Serranía también deberían mirar un poco más hacia el exterior sin olvidar de que se trata de una pequeña zona productora si la comparamos con tras regiones. «Lo único que podemos apostar es por la calidad», señala.

Para ello cree que la comarca tiene una serie de ventajas para conseguirlo al contar con diferentes altitudes, orientaciones variadas, microclimas o distintos suelos, algo que considera una ventaja a la hora de hacer buenos vinos y diferentes aunque sean con los mismos tipos de uva. También tienen claro que «los buenos vinos se hacen en la viña» y posteriormente en bodega tan solo hay que ordenarles su camino. «Con una mala uva es complicado hacer un buen vino», sostiene. A ello suma otros dos ingredientes fundamentales: Pasión y origen.

No el mejor vino tiene que ser el más vendido

La experiencia en el sector le llevó a tener claro que «lo más complicado es vender«. No duda un segundo al responder. «Son muchos factores los que influyen y creo que es lo más complejo de todo, no solo es tener un buen vino, influye la suerte, el dinero, infinidad de aspectos». Y es que sostienen que el resto de aspectos se pueden ir aprendiendo y controlando, ya sea el trabajo en el campo o en la propia bodega.

Además, también apunta a que son factores que en muchos casos tampoco dependen directamente del bodeguero y que no pueden ser controlado de forma directo. Eso sí, en este caso considera que el posicionamiento turístico de la ciudad hace que sea una gran consumidora de sus propios además, además del mercado de la costa o la capital.

El mejor momento para tomarse un vino

Inat tiene claro que más allá del tiempo de vino que podamos elegir para una determinada ocasión, lo más importante es «tener tiempo para disfrutarlo tranquilo«. Es un aspecto que considera esencial a la hora de elegir el momento adecuado para tomar un buen vino.

Tampoco rehúye otro tema de candente actualidad como son los vinos naturales. Un pequeño mundo en el que cree que «es una corriente imprescindible que nos naturalizó a todos y esa parte es muy buena. No obstante, con considera que por el hecho de ser natural pueda valer cualquier cosa. «Yo no quiero beber kombucha, se la regalo, hemos confundido ser guay y hacer cualquier cosa con vinos naturales». Y es que sostiene que debido a las limitaciones existentes en este tipo de elaboraciones «con los vinos naturales tienes que saber más porque con menos herramientas tienes que llegar al mismo fin, tienes que ser alguien que sepa mucho», afirma.

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