Llega la Navidad, las ciudades se llenan de adornos navideños y las estanterías de los supermercados de dulces típicos como los mantecados. Cada año aparecen antes y a estas alturas del año muchos han tenido que reponer existencias en varias ocasiones.
No obstante, entre tanta oferta industrial que en ocasiones hace casi imposible decidirse, los dulces navideños que se elaboran con recetas ancestrales entre los muros de los conventos siguen teniendo una especial predilección entre los amantes de estos dulces.
Entre el silencio de los muros de los conventos las hermanas se afanan por atender los pedidos que van recibiendo en un proceso artesanal que sigue conservando las mismas técnicas el pasado. Eso sí, con la ayuda de algunos colaboraciones han podido introducir algunas modernizaciones para el amasado y hornos que facilitan el trabajo.
No obstante, el secreto de sus elaboraciones siguen estando en sus recetas secretas y el trabajo de las hermanas, que estos días se sienten entorno a la mesa para dar forma las muchas variedades de dulces que elaboran y que les suponen una ayuda para poder atender los gastos que tienen sus instalaciones.
Uno de estos conventos es el regentado por las Hermanas Franciscanas que está situado en el barrio de San Francisco en Ronda.
Allí las hermanas trabajan en su obrador como una máquina perfectamente engrasada para producir hasta 20 tipos diferentes de dulces. Solo cruzar la puerta de entrada se siente ese efecto que suelen provocar los conventos y que hacen sentir que estamos en un lugar especial, un sitio diferente. Silencio. Un largo y sencillo pasillo de cal blanca jalonado con algunas imágenes sagradas lleva hasta las puertas del obrador.
En su interior las hermanas está cada una dedicada a su tarea, mientras un grupo está dando forma a los mantecados son sus manos, otra está pendiente del proceso de amasado y un tercera se concentra en el horno y posteriormente pasar por azúcar los dulces.
La llegada de visitantes altera por unos minutos su tranquilidad, aunque pronto recobran el ritmo de trabajo. No hay tiempo que perder y tampoco les gusta demasiado hablar. Ellas no conceden especial mérito a lo que hacen, es su trabajo, su día a día, aunque para los pocos que tienen el privilegio de verlo resulta chocante las primeras veces.
Mientras siguen con su trabajo explican que el secreto reside en ese mimo que le ponen a las elaboraciones y su elaboración artesanal, que este año les llevará transformar unos 800 kilos de harina en dulces navideños.
Mantecados, polvorones o roscos de vino son los que mayor demanda tienen en estos momentos, aunque estos caprichos divinos también cuentan con gañotes, mazapanes en forma de peces, empanadillas o batatines tienen una gran demanda también.
Unos mantecados conventuales que tienen un importante reclamo en la ciudad, ya que son varios los conventos que los elaboran en la ciudad del Tajo, aunque en los últimos tiempos también cuentan con pedidos del exterior y los visitantes también buscan conseguir estas elaboradores diferentes a las existentes en el mercado tradicional.